Los ligamentos son bandas de tejido conjuntivo denso, sólido y elástico que unen los huesos entre sí en el seno de una articulación.
Los ligamentos permiten el movimiento de una articulación y a su vez controlan que no haya un movimiento excesivo de la misma.
El ligamento cruzado anterior es intraarticular y se encuentra en la rodilla, se extiende entre el fémur y la tibia en dirección oblicua.
La función principal del LCA es impedir el desplazamiento anterior de la tibia en relación al fémur y, de manera secundaria, evitar la laxitud en varo o valgo y las rotaciones de la rodilla.
Las lesiones del ligamento cruzado anterior son una de las lesiones de rodilla más comunes en el deporte de impacto.
Aproximadamente el 25% de estas lesiones ocurren en menores de 18 años, siendo mayor el riesgo en mujeres que en hombres.
Afortunadamente, existen numerosos estudios que han aportado información sobre cómo ocurre esta lesión, su valoración y el tratamiento durante todo el proceso de recuperación.
El diagnóstico de esta lesión suele requerir de pruebas de imagen, aunque en muchas ocasiones la exploración física mediante la prueba de cajón anterior junto con los signos y síntomas del paciente puede ser suficientemente fiable.
Los movimientos o gestos en los que se suelen producir la lesión del LCA son los giros con el pie firmemente apoyado, los cambios de dirección mientras se reduce la velocidad de manera repentina y los aterrizajes en valgo de rodilla tras un salto.
Se clasifican en 3 tipos diferentes: Esguince de grado I, esguince de grado II y esguince grado III.
La lesión o esguince de este ligamento puede producirse en un menor o mayor número de sus fibras, siendo su gravedad y pronóstico diferente según el tipo de lesión.
Los signos y síntomas más habituales en la lesión del LCA suelen ser oír o sentir un chasquido en el momento de la lesión, dolor en la parte exterior y posterior de la rodilla, hinchazón de la rodilla, limitación de la movilidad de la rodilla debido a la hinchazón y/o al dolor, e inestabilidad articular.
La mayoría de lesiones por rotura completa del ligamento cruzado anterior requieren de cirugía y su consecuente tratamiento de fisioterapia pre y post-operatorio.
Sin embargo, en los últimos años se está viendo la posibilidad de que el ligamento regenere sin necesidad de cirugía, aunque el tratamiento de fisioterapia es imprescindible para que haya una buena readaptación de la lesión.
El ejercicio terapéutico es la pieza fundamental durante todo el proceso de recuperación, desde el momento de la lesión hasta que se realiza la cirugía, si la requiere, y después de ella, para mantener la masa muscular y controlar el dolor y la inflamación, manteniendo rangos articulares óptimos.
Tras la cirugía, el control de las cargas es clave para ir avanzando en cada una de las etapas de la recuperación.