La distensión de ligamentos afecta de manera directa a la articulación y a los huesos en los que esos ligamentos están insertados para poder unir a ambas partes del cuerpo.
Lo que hace que la persona que sufre de una distensión de ligamentos vea mermada su capacidad de movimiento y de actividades físicas que podría realizar en caso de no tener ningún tipo de patología.
La distensión de ligamentos más conocida es la que suele producirse en los ligamentos cruzados y en los ligamentos laterales de la rodilla.
Por ello, lo mejor es que frente a cualquier tipo de traumatismo que pueda sufrir la rodilla, por muy leve que parezca, lo mejor es acudir a comprobar qué ha ocurrido a los profesionales de la salud traumatológica de referencia.
Tras haber sufrido la lesión traumática en la rodilla, al haberse dañado los ligamentos que unen los huesos de la pierna con la articulación de la rodilla, la persona suele manifestar un dolor intenso y agudo que puede verse acrecentado con el movimiento.
Por el propio traumatismo aparecerá una inflamación y puede aparecer un hematoma en la zona donde se ha sufrido el daño.
Para poder conocer a ciencia cierta que sufres de una posible distensión de ligamentos, se necesita la evaluación y el diagnóstico por parte de un profesional de la salud, el cuál podrá comprobarlo a través de una radiografía, una resonancia magnética e incluso, mediante ultrasonidos.
Hay que tener en cuenta que el tratamiento del posible desgarro del ligamento cambia según el tiempo que ha ido pasando desde que se ha sufrido, ya que en sus primeras 48 horas es vital aliviar el dolor que está produciendo.
Se podrá utilizar un vendaje compresivo para inmovilizar la articulación.
Aplicar hielo de forma indirecta durante 15 minutos, cada 6-8 horas para aliviar el dolor y bajar la inflamación.
Ingesta de analgésicos o antiinflamatorios no esteroideos.
Dependiendo de lo que haya podido producir esa distensión de ligamentos, se podrá haber producido una lesión u otra.