La artrosis de las manos se produce como consecuencia de un desgaste del cartílago de las articulaciones.
Esto, a la larga, provoca que aparezcan zonas en las que los huesos dejan de estar protegidos por el tejido cartilaginoso y, por tanto, estos se rozan.
Como consecuencia, los principales síntomas de la artrosis de mano son el dolor, la rigidez, la dificultad para mover los dedos y la deformidad de las articulaciones.
En ese sentido, es habitual notar un engrosamiento lento y progresivo a nivel articular que concluye con la aparición de protuberancias óseas o nódulos.
Asimismo, el dolor en la artrosis de las manos suele empeorar con el inicio del movimiento, sobre todo después de un periodo de inactividad, y mejora en reposo.
También se agudiza con la presión y puede ir acompañado de crujidos al mover la articulación.
Normalmente, este dolor articular no suele manifestarse por la noche, salvo que haya un brote de inflamación o la artrosis sea muy avanzada.
Por el contrario, es muy habitual notar rigidez en las manos al levantarse por la mañana o después de un descanso prolongado.
En muchas ocasiones, además, la deformidad causada por la artrosis hace que sea imposible realizar movimientos que antes sí podían hacerse con esos dedos de la mano.
Aunque en ocasiones la artrosis de manos y dedos se asocie a la edad avanzada, esta suele iniciarse generalmente entre los 40 y los 50 años.
En caso de dolor intenso y pérdida importante de la movilidad, se pueden considerar cirugías para tratar la artrosis de mano.