La flexibilidad, un componente clave del bienestar físico, a menudo se subestima frente a otras facetas del entrenamiento.
Un estudio reciente aporta claridad sobre cuánto tiempo debemos dedicar al estiramiento para obtener beneficios tangibles, tanto a corto como a largo plazo.
Para maximizar estos beneficios temporales, se recomienda estirar cada músculo durante un total de cuatro minutos.
Este tiempo no tiene que realizarse de una sola vez; puede dividirse en intervalos más cortos, como ocho series de 30 segundos o cuatro de un minuto, siempre enfocándose en el mismo grupo muscular.
A largo plazo, el objetivo es alcanzar un mínimo de 10 minutos semanales de estiramiento por músculo para lograr progresos duraderos.
Este tiempo también puede distribuirse en diferentes días, integrando sesiones breves en la rutina diaria o durante los calentamientos antes del ejercicio.
Entre las áreas clave a trabajar se encuentran los gemelos y tobillos, fundamentales para mejorar las sentadillas; los hombros, para un rango de movimiento óptimo; los isquiotibiales, asociados a la salud de la zona lumbar; y el cuello, esencial para reducir tensiones en la parte superior del cuerpo.
Los datos de este estudio resaltan que no es necesario abarcar todo el cuerpo en cada sesión.
Focalizarse en los músculos que se desean mejorar y repetir los ejercicios con regularidad permite avanzar hacia una mayor flexibilidad y, con ello, una mejor calidad de vida.