El sistema propioceptivo es el conjunto de receptores y nervios que componen la propiocepción.
Gracias a la propiocepción tenemos conciencia del estado interno de nuestro cuerpo, en que postura solemos encontrarnos o en qué posición debemos de situar una articulación para ejecutar una acción motora compleja.
En los pacientes que han sufrido un daño en el Sistema Nervioso Central (SNC) ya sea por un daño cerebral o medular adquirido podemos apreciar una disfunción de su sistema propioceptivo, estas disfunciones pueden ser, por ejemplo, dificultad para mantener la cabeza, en los casos más agudos o graves y problemas para controlar el cuerpo erguido, es decir, una falta de control de tronco.
A nivel cognitivo también podemos observar déficits como falta de concentración, inquietud postural, rigidez de tronco y ausencia de la noción de peligro.
El sistema propioceptivo unido al importantísimo sistema vestibular son los que nos ayudan a controlar el cuerpo a través del espacio y nos informan de los cambios de posición de la cabeza, por lo tanto, estimular y trabajar el conjunto de ambos sistemas hacen que el paciente pueda mantener el tono muscular, la coordinación del movimiento de los ojos en armonía con la cabeza y el cuerpo y así pueda mantener un campo visual estable.
Para trabajar el equilibrio y la coordinación existe una variedad muy amplia de ejercicios.
En definitiva, el objetivo principal del trabajo de la propiocepción en los pacientes con daño cerebral y medular es mejorar su control postural, volver a crear un esquema corporal que ayude al paciente a organizarse a la hora de ejecutar acciones motoras y, por último, mejorar las reacciones de equilibrio para evitar y disminuir notablemente el riesgo de caídas.