Vivir con insuficiencia cardíaca no significa renunciar al movimiento ni a la vida activa. El ejercicio, bien adaptado y supervisado, se convierte en un verdadero aliado para el corazón. Cuando existe insuficiencia cardíaca, el corazón trabaja con más esfuerzo para bombear la sangre. El ejercicio moderado, lejos de empeorar la situación, ayuda a que el sistema circulatorio sea más eficiente. Caminar, hacer estiramientos o realizar ejercicios cardiovasculares suaves mejora el flujo sanguíneo, aumenta la energía y fortalece la capacidad del corazón para responder a las demandas del cuerpo. El movimiento es vida. Para quienes viven con insuficiencia cardíaca, el ejercicio moderado significa recuperar confianza, energía y calidad de vida. No se trata de competir ni de forzar los límites, sino de aprender a escuchar al cuerpo y darle lo que necesita: cuidado, constancia y esperanza. Además de los beneficios físicos, mantenerse activo mejora el estado de ánimo y reduce la ansiedad, dos factores primordiales en la recuperación y el bienestar de quienes conviven con esta condición. El ejercicio moderado es una de las mejores herramientas para mejorar la salud del corazón, reducir síntomas como la fatiga o la falta de aire y recuperar calidad de vida. Ante cansancio extremo, sudoración excesiva, dolor o presión en el pecho, náuseas, mareos o dificultad para respirar, lo más recomendable es detener la actividad y descansar.