La electroterapia se utiliza para estimular zonas del organismo afectadas por inflamaciones, dolor nervioso, músculos atrofiados y lesiones osteomusculares. También es muy eficaz en procesos de rehabilitación. La aplicación incorrecta puede generar efectos adversos o resultados no deseados. Entre sus posibles riesgos y hablando de su relación con el ejercicio, como puede ser realizar una sentadilla con un traje de electroestimulación, está el hecho de generar un excesivo daño muscular sin darnos cuenta, pudiendo provocar alteraciones más severas como rabdomialosis. La utilización de la electroestimulación de forma complementaria al ejercicio parece no ser necesaria, pudiendo ser incluso peligrosa en el grueso de la población. Los riesgos de la electroestimulación son mínimos, ya que las descargas eléctricas que se proporcionan están muy controladas. Si los aparatos no están bien cuidados y mantenidos, en algunas ocasiones, se pueden producir quemaduras, esto se evitará si tenemos un profesional cualificado, que será quien proceda a calibrar el aparato y ponerlo en el lugar adecuado. En general se empieza por una potencia menor y esta se irá elevando poco a poco según se produzca la acomodación al proceso.