La tracción manual es un procedimiento médico en el que se aplican fuerzas manuales directas a un segmento del cuerpo con el objetivo de mejorar la movilidad y la función.
En la medicina, la tracción manual es una técnica esencial en una variedad de especialidades, incluyendo ortopedia, fisioterapia, quiropráctica y medicina deportiva.
La tracción manual implica la aplicación de fuerzas a lo largo del eje longitudinal de un hueso.
Es una técnica que requiere una comprensión profunda de la anatomía y la biomecánica del cuerpo humano, así como habilidades manuales especializadas.
El profesional de la salud que realiza la tracción manual debe ser capaz de determinar la cantidad correcta de fuerza a aplicar, la dirección de la fuerza, la duración de la aplicación de la fuerza, así como identificar cualquier contraindicación o factor de riesgo que pueda presentarse.
La tracción manual se utiliza con frecuencia en el tratamiento de diversas afecciones musculoesqueléticas.
En ortopedia, puede ser empleada para reducir una fractura o dislocación, o para aliviar la presión sobre las estructuras nerviosas comprimidas.
En fisioterapia, se utiliza para mejorar la movilidad de las articulaciones, disminuir el dolor y la inflamación, y mejorar la función y la calidad de vida del paciente.
La efectividad de la tracción manual depende de varios factores, incluyendo el diagnóstico preciso de la afección que se está tratando, la habilidad y experiencia del profesional de la salud que realiza la tracción manual, y la cooperación y el estado general de salud del paciente.
El uso de la tracción manual, como cualquier intervención médica, no está exento de riesgos y puede haber complicaciones en casos raros, como lesiones en los nervios o los vasos sanguíneos, exacerbación del dolor o de la inflamación, o incluso fracturas en casos extremos.