La tracción lumbar produce una separación de las superficies articulares generando una reducción de la presión en las raíces nerviosas, logrando aliviar el dolor asociado a la disfunción de esta zona de la columna.
Aunque los estudios apoyan que la tracción enérgica reduce las protrusiones discales, otros artículos señalan que una tracción ligera no consigue este efecto de tratamiento.
Aun cuando la evidencia de las tracciones lumbares en las protrusiones discales no son concluyentes, es posible que una tracción suficiente de al menos 27 kg pueda reducir algunas protrusiones discales debido a la tracción vertebral, disminuyendo de esta forma los síntomas de dolor de espalda o ciática en el paciente.
Este procedimiento también produce una relajación muscular especialmente de la musculatura paravertebral, producto del estiramiento que la tracción genera, además logra aumentar la movilidad articular y disminuir el dolor de este origen.
La tracción lumbar como tratamiento está contraindicada en algunas situaciones y en otras debe tenerse mucha precaución para no generar consecuencias adversas, ya que en algunos caso suele aumentar, empeorar o despertar el dolor que no estaba presente antes de aplicar esta técnica.
Además está contraindicada en pacientes con alteraciones de la presión arterial, tromboembolismo, fracturas de vértebras, osteoporosis, compresión de la médula espinal, rotura del disco vertebral, durante el embarazo, procesos infecciosos, tumoraciones malignas, y fragmentación del disco intervertebral.