La escoliosis produce una curvatura más o menos pronunciada en la columna y puede tratarse de diversas formas. Los estudios de la marcha tienen un importante papel en su diagnóstico y prevención. Cuando hablamos de escoliosis en seguida entendemos que nos referimos a una curvatura de la columna vertebral, pero cabe destacar que no todas las curvaturas de columnas lo son. No son consideradas escoliosis las curvaturas derivadas por malos vicios posturales, las curvaturas reflejas provocadas por dolores o contracturas ni tampoco las escoliosis compensatorias, en las que la curvatura se produce para compensar otras asimetrías. La escoliosis, aunque sea congénita, no se detecta en el recién nacido, sino que aparece progresivamente en la infancia y se estabiliza al terminar el crecimiento óseo, tras la pubertad llegando incluso a aumentar en la vejez si aparecen fenómenos degenerativos. Estudios demuestran que la escoliosis no produce más dolores de espalda ni más intensos que los pacientes que no la padecen, al menos en curvaturas leves, ni tampoco que enderezar la columna conlleve mejorías relevantes en la calidad de vida de quienes la padecen, salvo las meramente estéticas. En curvaturas graves sí que puede presentar dolores de espalda crónicos o en casos extremos afectar incluso a la respiración o a algunos órganos.