El oxígeno es un gas que constituye alrededor del 21% del aire que respiramos. Los pulmones toman el oxígeno del aire y lo transfieren al torrente sanguíneo. Se necesita oxígeno para quemar el combustible y liberar energía, como en el motor de un automóvil. Del mismo modo, todos los tejidos vivos necesitan oxígeno para proporcionar energía al cuerpo. Sin el oxígeno suficiente, las células funcionan mal y finalmente mueren. Muchas enfermedades, en particular las enfermedades pulmonares, reducen la cantidad de oxígeno en el torrente sanguíneo. En tales casos, la administración de oxígeno adicional puede resultar eficaz. Los médicos solían administrar oxígeno adicional a muchas personas enfermas. Sin embargo, las pruebas científicas han demostrado que el oxígeno no es útil a menos que la concentración de oxígeno de una persona sea realmente baja. En realidad, respirar demasiado oxígeno puede dañar los pulmones al cabo de un tiempo. La oxigenoterapia a largo plazo aumenta el tiempo de supervivencia de las personas con concentraciones de oxígeno muy bajas. Cuantas más horas al día de tratamiento con oxígeno, mejores son los resultados. Cuando el tratamiento con oxígeno se realiza durante 12 horas diarias, el tiempo de supervivencia aumenta. Las personas afectadas sobreviven aún más si se usa el oxígeno continuamente.